miércoles, 7 de octubre de 2009

El General Manuel Belgrano en nuestro Taraguí

Nuestra tierra correntina tuvo la fortuna de que las dos máximas figuras de nuestra nacionalidad bendijeran nuestro suelo, con sus pies de niño el “Santo de la Espada” y con su espada y su ilustración el “creador de la Bandera”.

Nace Manuel Belgrano en la ciudad de Buenos Aires el 3 de junio de 1770 y lo bautizan con el nombre de Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano. Ese mismo año en Corrientes nacía una de las mentes más lúcidas que tuvo el Río de la Plata: José Simón García de Cossio, quien realizó sus estudios con Manuel Belgrano en el Real Colegio de San Carlos (hoy Nacional Buenos Aires).

Manuel Belgrano perteneció a una familia de encumbrados comerciantes porteños, lo que le permitió trasladarse a España a cursar leyes en la Universidad de Salamanca. Pero no fue solamente en los claustros universitarios donde absorbió sus enormes conocimientos, sino intercambiando ideas con quienes en la práctica desarrollaban las teorías de la Revolución Francesa, “porque tuve la suerte de encontrar hombres amantes del bien público, que me manifestasen sus ideas y encontré en ellos, que tenían los ojos puestos en París, las ideas que se apoderaron de mí: libertad, igualdad, seguridad, propiedad”.

Retorna al Río de la Plata y es designado al frente del Consulado en Buenos Aires el día 2 de junio. Estaba recién llegado con su título de abogado y especializado en comercio. El cargo de Cónsul significaba constituirse en un “superministro de economía” de la época. Por este hecho se celebra el 2 de junio “el día del Contador Público Nacional”.

El Consulado era una poderosa institución que representaba a los comerciantes que controlaban buena parte del comercio colonial en América.

El consulado tenía funciones económicas y técnicas, que estaban vinculadas con el comercio y la producción agropecuaria. La misión específica de Belgrano era proteger y fomentar el comercio y procurar el mejoramiento de la agricultura.

En Curuzú Cuatiá unió los tres colores en una sola bandera para su estado mayor. La confeccionaron mujeres del poblado y se la bendijo en la capilla el mismo 16 de Noviembre, tras dejar formalmente fundado el pueblo, cumpliendo lo que entendía era imperioso, que el ejército tuviera su propia bandera.

En base a estos antecedentes y por iniciativa del doctor René Borderes que trasmite esta idea, el Municipio de Curuzú la instituyó como emblema local. Por Ordenanza Nº 496, proyecto presentado por el Concejal doctor Horacio Julio Rodríguez, el Concejo Deliberante, con fecha 7 de abril de 1988, declaró que la bandera amarilla, roja y azul, sería la enseña oficial de la ciudad. Ella se iza de acuerdo a lo establecido en la norma de creación.

El general Manuel Belgrano cuando salió de Santa Fe rumbo a estas tierras, debió dar un mínimo de instrucción militar a los reclutas que había ido incorporando en el camino.

Belgrano y su ejército después de fundar Curuzú Cuatiá, cuya acta fue escrita por su secretario el Coronel Ignacio Warnes, permaneció en el pueblo hasta el 18 de noviembre, día en que continuó su marcha cumpliendo con su misión.

Vadeando prácticamente todas las aguas circundantes a la Laguna del Iberá, Belgrano hizo varias postas. La primera en la actual estancia Ybabiyú, luego en Mercedes, mas tarde en Caá Guazú hasta que en Concepción se tomó unos días para reacondicionar la marcha y se incorporó el famoso y heróico niño Pedro Ríos de 12 años, que pasó a la inmortalidad como “el tambor de Tacuarí”. Continuó su marcha por el sendero al que denominaban “camino dorsal”, es decir por terreno alejado de los ríos, en cuyas aguas la presencia española era mucha y eficaz dado el número de embarcaciones. Llegó a Tranquera de Loreto (hoy Ituzaingó) y de allí en más cumplió su itinerario hasta Candelaria, el pueblito misionero emplazado a la vera del río Paraná, 30 kilómetros al este de Posadas.

Luego de los contrastes militares en Paraguari y Tacuarí, pero que sirvieron para que el general Belgrano dejara la semilla de independencia sembrada en campos guaraníes, retorna a Buenos Aires y tras algunas vicisitudes con un inconcebible juicio de por medio por su desempeño en la expedición del que termina absuelto, se le encomienda nuevamente para que vuelva al Paraguay en carácter de diplomático para procurar la consolidación independentista de los españoles y criollos del país guaraní y viaja a Asunción.

Así llega por el río Paraná a la ciudad de Corrientes en el mes de septiembre de 1811, tras tocar los puertos de Esquina, Goya, Bella Vista y Empedrado, permaneciendo en nuestra capital por espacio de 15 días.

Se hospeda en la casa de quien fue su compañero de estudios en el Colegio Nacional Buenos Aires Juan José Fernández Blanco, quien será nuestro primer gobernador constitucional una década después.

Participó en Corrientes de reuniones políticas y sociales. Se recuerda su elegancia en bailes de minués con damas de nuestra sociedad en la mansión de los Martínez, ubicada hoy en calle Quintana al 900, totalmente en ruinas.

Muchos momentos pasó en nuestra provincia de Corrientes el insigne creador de la bandera y uno de los hombres más talentosos que haya dado el Río de la Plata, la América y el mundo.

Es uno de los modelos cuya impronta quedó por años probablemente en nuestro “cielo correntino” como una nube imborrable cuyas lloviznas seguramente regaron las mentes de notables correntinos que vieron fertilizar sus talentos con ese riego incomparable que dejan las estelas de personajes de tamaña dimensión.

martes, 6 de octubre de 2009

Manuel Belgrano Nuestro Procer

Biografia


Nacimiento y estudios.

Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano nació en Buenos Aires el 3 de junio de 1770, en la casa paterna, cerca del Convento de Santo Domingo y fue bautizado en la Catedral de Buenos Aires al día siguiente.
Él era criollo pero su padre Domenico era de origen italiano, oriundo de Oneglia, en Liguria, y tenía como apellido primero el de Peri —que castellanizó luego como Pérez—, aunque adoptó luego el apellido Belgrano, según la tradición porque producía excelente trigo. Era un comerciante autorizado por el rey de España para trasladarse a América. La madre de Belgrano era María Josefa González Casero, nacida en la ciudad de Santiago del Estero.

La Revolución Francesa era un importante tema de discusión en Europa durante la permanencia de Belgrano.
Domingo Belgrano tuvo un éxito como comerciante que le permitió enviar a sus hijos Francisco y Manuel a estudiar a Europa. Deseaba que se instruyeran en comercio, pero Manuel optó en cambio por estudiar derecho. Manuel Belgrano alcanzó un destacable éxito y prestigio por ese entonces, que le permitió obtener del Sumo Pontífice Pío VI una autorización para leer toda clase de literatura prohibida. Dicha concesión se le otorgó "...en la forma más amplia para que pudiese leer todo género de libros condenados aunque fuesen heréticos.", con la única excepción de las obras obscenas. De esta manera tuvo acceso a los libros de Montesquieu, Rousseau y Filangieri.
Belgrano se rodeó de la élite intelectual de España, y por aquel entonces se discutía sobremanera la reciente Revolución Francesa. Los cuestionamientos al derecho divino de los reyes, los principios de igualdad y libertad, y la aplicación universal de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, estaban en boca de todos. En esos círculos se consideraba imperioso refundar la nación bajo principios similares, y quienes no estaban de acuerdo eran tachados de tiranos y partidarios de ideas antiguas y desprestigiadas. Años más tarde escribiría en su autobiografía:
Como en la época de 1789 me hallaba en España y la revolución de Francia hiciese también la variación de ideas y particularmente en los hombres de letras con quienes trataba, se apoderaron de mí las ideas de libertad, igualdad, seguridad propiedad, y sólo veía tiranos en los que se oponían a que el hombre, fuere donde fuese, no disfrutase de unos derechos que Dios y la naturaleza le habían concedido, y aún las mismas sociedades habían acordado en su establecimiento directa o indirectamente.
También se dedicó al estudio de las lenguas vivas, la economía política y el derecho público. Los autores que lo influyeron más profundamente fueron Campomanes, Jovellanos, Adam Smith y Quesnay. Sus principales puntos de interés en las obras de tales autores eran aquellos referidos al bien público y la búsqueda del provecho general. Belgrano pensaba por entonces que la teoría fisiocrática de Quesnay y los postulados de Smith podían aplicarse en forma complementaria en el Río de la Plata.